divendres, 3 d’abril del 2020

Covid-19: Las muertes se vuelven anónimas










El Covid-19: Un cisne negro en nuestras vidas

El Covid-19 se ha convertido en un Cisne Negro. Es decir, en un suceso imprevisible que por sus dimensiones y alcance nos hace quedar a todos en el desamparo cognoscitivo. Lo imprevisible, el azar son fenómenos que nos incomodan extraordinariamente. Nos dejan sin reflejos, y sólo posteriormente, empezamos a elucubrar explicaciones racionales para domesticar lo imprevisible.

Ahora, es fácil ver lo que ha sucedido, podemos seguir siendo sorprendidos por el fenómeno viral. Oír que a miles de kilómetros hay una enfermedad que ha empezado a colapsar una ciudad, no parece nada del otro mundo. Imaginamos, gracias a nuestra tendencia a explicarlo todo, que no hay nada que pueda sorprendernos, pero lo cierto es que sí nos sorprenden. Estamos muy mal preparados para la incertidumbre, el azar, el caos. No nos gusta reconocer que no controlamos lo que acontece.


El Covid-19 es un Cisne Negro, como lo fue el 11-S o el caos económico de 2008. Sucesos altamente improbables que debido a una multitud de factores acaban convirtiendo lo imposible en posible. El conocimiento científico supone que la experiencia acumulada nos da un plus de previsión sobre los hechos, pero resulta que no es así. Los cisnes negros expresan lo inesperado. El clásico “Todos los cisnes son blancos” era un hecho absolutamente evidente, hasta que se descubrió en Australia que habían cisnes negros. ¿Cómo queda aquella afirmación que tenía la fuerza de un teorema? El Covid-19 nos ha vuelto a recordar que no nos podemos dormir en los laureles de lo que ya sabemos. Es aún más importante lo que no sabemos. 

La experiencia humana, lo que nos sucede, es producto de una multiplicidad de concausas. Siguiendo a Taleb, “la mente humana padece tres trastornos cuando entra en contacto con la historia, lo que yo llamo el terceto de la opacidad. Son los siguientes:

1.- la ilusión de comprender, o cómo todos pensamos que sabemos lo que pasa en un mundo que es más complicado (o aleatorio) de lo que creemos;
2.- la distorsión retrospectiva, o cómo podemos evaluar las cosas sólo después del hecho (…); y
3.- la valoración exagerada de la información factual y la desventaja de las personas eruditas y con autoridad, en particular cuando crean categorías, cuando “platonifican””. (pág.49)

Por supuesto, después del Covid-19, la ciencia médica nos podrá decir muchas cosas, incluso, conseguirá una vacuna. El problema es lo que nos espera, el futuro incierto e inesperado. El mundo en el que vivimos es tan complejo e interactúan tantos factores, que sólo nos queda prepararnos para el siguiente “cisne negro”. No estamos equipados en nuestro cerebro para gestionar el futuro, a pesar de que seamos fértiles en imaginación, pero aún así, hay límites, somos hijos de un determinado contexto histórico y cultural. Nos gustaría controlarlo todo, pero el Covid-19 nos ha demostrado que no es así.

Nota:

Nassim Nicholas Taleb, Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable. Ed. Booket, Barcelona 2015.