dimarts, 21 de gener del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (I)

Byung-Chul, Han, La expulsión de lo distinto, ed.Herder, Barcelona, 2017



I.- El terror a lo igual

El texto empieza con un párrafo que es una declaración de intenciones:

“Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual. La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. Lo que lo enferma no es la retirada ni la prohibición, sino el exceso de comunicación y de consumo; no es la represión ni la negación, sino la permisividad y la afirmación. El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior.”

La idea clave del texto es la negatividad frente a la positividad. Vivimos tiempos, en que la positividad ha ganado la batalla a la negatividad. La consecuencia de ello se expresa en la eliminación del “otro” y la aparición de una positividad que engendra patologías de la modernidad. La depresión es el compendio de esa positividad. La destrucción como dice el autor “proviene del interior”, es decir, del propio yo. Ese proceso lo denomina “autodestrucción”.

El autor, llama la atención sobre el hecho paradójico de que la positividad engendra rasgos autodestructivos en nombre de la supresión de la negatividad (lo exterior). La exaltación de la positividad se “hace pasar por crecimiento”. Han, pone el acento que a partir de un determinado umbral, la “producción ya no es productiva, sino destructiva”, la información o la comunicación dejan de ser, para convertirse en otra cosa.

Han, trata de pensar la sociedad líquida (Z.Bauman) a través de metáforas. Los conceptos son difíciles de aplicar a realidades fluidas y cambiantes. Si la negatividad se expresaba en el “otro”, ahora la positividad exalta “lo igual”. Pone el ejemplo del Binge Watching –atracones de series-. El neoliberalismo, ha entendido que la mejor manera de atar al consumidor, es ofrecerle lo que le “gusta”. Puede mirar durante horas sus series favoritas. Buscando metáforas para el comportamiento de los usuarios de series –lo igual- encuentra que “la proliferación de lo igual no es carcinomatosa, sino comatosa. No topa con ninguna defensa inmunológica”. Eso significa que estamos inertes delante de la pantalla, no puedes abandonarla porque después del capítulo 4, seguirá con el 5. ¿Cómo vas a perdértelo? Dice Han que uno se queda pasmado mirando la pantalla hasta “perder la conciencia”. Es una manera de hablar. Uno puede estar enchufado a la televisión y desconectado del desierto de lo real.


Byung-Chul Han


Si la negatividad genera anticuerpos –es una manera de hablar-, “el exceso de lo igual” no los genera, no hay anticuerpos ni defensa posible. La obesidad, no es una infección –hablamos de metáforas- no se genera una reacción por parte de nuestro cuerpo, como sucede con las infecciones.
Han se esfuerza por hacer distingos, así por ejemplo, nos dice que “Lo mismo no es idéntico a lo igual, siempre aparece emparejado con lo distinto”. Lo igual no tiene negatividad, por eso se convierte en “masa amorfa”. La obesidad se representaría como esa masa amorfa, que no es infecciosa, pero sí adiposa. 

La experiencia de la positividad lo invade todo. Léase positividad como lo igual. Así sucede que “Uno se entera de todo sin adquirir ningún conocimiento”. Todo se reduce a un “me gusta”. Buscamos desesperadamente a iguales, a aquellos que piensan como nosotros, que aspiran a lo mismo que nosotros. Los anuncios van llenos de la palabra mágica “experiencia”. Pero la experiencia eso que “nos concierne, nos arrastra, nos oprime o nos anima”, supone la negatividad. El dolor, la frustración. El mundo actual quiere suprimir esas experiencias  negativas, aspira a un mundo donde todo sea “me gusta”. El mundo hiperconsumista no tolera los procesos lentos, los largos plazos, rechaza la lentitud.

Han nos habla de la distinción entre pensamiento y cálculo. El “pensamiento tiene acceso a lo completamente distinto”. Sea el concepto –propio de la filosofía-, o la metáfora –propio de la poesía- es capaz de alcanzar “un nuevo estadio”, mientras que el cálculo es ciego al acontecimiento –lo nuevo-. El conocimiento es creación y transformación, “genera un nuevo estado de conciencia”. 

El acontecimiento “le es inherente una negatividad, pues engendra una relación nueva con la realidad, un mundo nuevo, una comprensión nueva de lo que es”. Vivimos tiempos en que el “olvido del ser” supone rechazar la negatividad y por ello hacerse ciego hacia los acontecimientos.

La red es “una caja de resonancia especial, en una cámara de eco de la que se ha eliminado toda alteridad, todo lo extraño”. ¡Esta describiendo la caja de Faraday!. La red es la positividad de los nuevos tiempos. La dialéctica cerca y lejos es sustituida por una “falta total de distancia”. La sociedad de la transparencia destruye lo cercano y lo lejano, “todo queda igual cercano o lejano”.

Rastro y aura. El rastro es la manifestación de una cercanía, por muy lejos que pueda estar aquello que lo deja. El aura es la manifestación de una lejanía, por muy cerca que pueda estar aquello que la irradia” (W.Benjamín, Obra de los pasajes, libro V, vol. 1, Madrid, Abada, 2013)

“La hipercercanía y la sobreiluminación” son propias de la positividad, de una sociedad transparente que borra ese rastro y aura de la que hablaba W.Benjamín. El mundo hiperconsumista aborrece el misterio, y sólo exalta lo igual, sea en forma de series, de pornografía o de relaciones a base de “me gusta”. El capítulo acaba con el análisis de la película de Charle Kaufmann Anomalisa, que compendia esa fascinación por lo igual.


dimarts, 14 de gener del 2020

Greta Thunberg molesta a Fernando Savater

En la Revista Claves de Razón Práctica nº 268 Enero/Febrero 2020, en la Editorial que firma Fernando Savater, se confirma que el editorialista, se hace cada vez más viejo y lo que es peor más reaccionario.



Conviene ser cautos en lo tocante al cambio climático, concedido, pero afirmar que “ha surgido una nueva religión aterradora (la cursiva es mía)” porque exige un cambio radical en nuestro modo de vida insostenible, demuestra esa senda de reaccionaria de la que habla más arriba.



¿Por qué todos los reaccionarios sacan los peores instintos delante de Greta Thunberg? No se dice que los jóvenes deben involucrarse en los asuntos que les concierne, entonces ¿por qué ese afán mezquino de desacreditarla? Se trata de una adolescente que quiere cambiar el mundo. ¡Incluso Fernando Savater también quería cambiarlo en otro tiempo. El mensaje de Greta Thunberg ha calado porque vivimos en tiempos de instagram y las redes sociales. ¡No es culpa suya que su mensaje -incluso si es confuso- se puede utilizar de manera partidista! Su actitud contrasta con los que realmente puede hacer más cosas –gobernantes y estados- pero no pueden o no quieren hacer nada. 

Greta Thunberg protestaba delante del Parlamento sueco, sola, sin nadie que la apoyara. Debía pensar que esa era su forma de hacer algo, con el tiempo y las redes sociales lo que fue un acto aislado, se ha convertido en una marea de alcance global. ¿Acaso alguien piensa que su acción solitaria llevaría a convertirse en un símbolo? Si Greta Thunberg  vivirá la herencia que los mayores le vamos a dejar – un futuro incierto y un medioambiente en la cuerda floja-, lo menos que podría hacer Fernando Savater es mirarla con algo de simpatía.