dilluns, 19 de juliol del 2010

Los retos de la crisis económica (I)


El artículo* de Daniel Innerarity, “La inteligencia de la crisis económica” , nos plantea una serie de reflexiones de alto vuelo que escapa a los tópicos al uso. Precisamente por ello, trataremos de sintetizar el contenido del artículo.

La comprensión de la crisis actual requiere al parecer del autor del artículo de tres ingredientes imprescindibles: 1) capacidad de anticipación de los riesgos colectivos, 2) construcción de la confianza, clarificación de las responsabilidades y 3) inteligencia cooperativa.

1.- La capacidad de anticipación de los riesgos colectivos.

Para  Innerarity el responsable no es tanto los mercados, como una crisis de los Estados, y por extensión de la política. La crisis global en las que estamos inmersos ha dejado sin aliento a los Estados que utilizan recetas antiguas para situaciones novedosas. De ahí su impotencia. Piensa el autor del texto que estamos en un proceso de transición entre el estado del bienestar cuya fuente de legitimidad era la redistribución y la nueva configuración del estado cuya función debería ser la protección contra los riesgos sistémicos. ¿Cómo salvar la redistribución, en un entorno global? La pregunta es fundamental y la respuesta aún no ha sido articulada por los estados.



El autor echa en cara al Estado de un fracaso cognitivo. Se requiere aprender de los errores, desarrollar saberes capaces de hacer frente a los restos de los globalización. Hay un déficit  de conocimientos entre el mercado y los Estados. Estos es así por tres razones según nuestro autor: 1) la competencia de las instituciones financieras, 2) las modificaciones del entorno regulatorio doméstico (estatal) e internacional (global).

No existe una regulación adecuada en el marco de la globalización y este hándicap lo estamos pagando caro. Si el mercado es camaleónico por adaptativo en cambio la política tiende a lo normativo. Hay un comportamiento de orden mágico en el terrero político que supone que una determinada ley –norma- modificará la realidad al gusto del legislador. Este hecho es negativo al parecer de Innerarity, pues, está actitud normativa es un obstáculo para el aprendizaje. Frente a una realidad amenazante se actúa mediante leyes que supone domesticarán la realidad.

Define la política como “lo que hacemos cuando hemos acabado de calcular y sigue sin estar claro lo que hay que hacer”. Los Estados están mal equipados para regular los riesgos del sistema financiero. Su complejidad  hace que el propio estado transfiera su responsabilidad a otras instituciones. La experiencia pasado parece que no ha servido para detectar los riesgos, a pesar que la crisis de las punto.com que fue espectacular, no ha servido de nada. Y ello a pesar de los sofisticados modelos matemáticos para calcular los riesgos.

El autor plantea una cuestión de orden epistemológico. La creencia ciega en los modelos matemáticos y su certeza absoluta. La ilusión de la exactitud, piensa, ha sido uno de los ingredientes del actual estado de cosas. Descubre un hecho obvio, la economía no es una ciencia exacta, pues, está sometida a interpretaciones de sentido. Los contextos han de ser analizados y por ellos se establecen prioridades que son siempre intencionales. Si sin embargo, a pesar de esto, las acciones de los actores son multipolares y en consecuencia no es posible determinar el resultado final de la interacción de múltiples actores.

¿Qué debemos hacer? Su respuesta es “un análisis más profundo del concepto de riesgo y de los procedimientos para gestionarlos colectivamente de acuerdo con procedimientos democráticos y conforme al saber disponible”.  El riesgo es un elemento que depende del contexto. Su lectura requiere de criterios sociales y políticos.

(*) Daniel Innerarity, “La inteligencia de la crisis económica” .Claves de razón práctica, nº 198 Diciembre 2009.

dijous, 15 de juliol del 2010

Política y fútbol

Estas últimas semanas han sido ricas en retóricas y gesticulaciones. La crisis económica sigue su curso. Se nos dice que lo peor ha pasado. Es un consuelo. Pero las consecuencias de esta crisis van para largo. Mientras el ejecutivo trata de ganar tiempo y credibilidad. Tiempo no tiene, pues, su vuelo es de raso. Requiere aprobar los Presupuestos y lo tendrá difícil. Además, las medidas de recorte social y presupuestario son un índice de lo que nos espera en un futuro inmediato. La credibilidad no existe. Quiero decir, que visto el abismo entre lo que dice y lo hace, es evidente que su retórica no se ajusta a los hechos.

Si en el ámbito económico seguimos instalados en la depresión, en el orden político las cosas tampoco están mejor. Por un lado la STC sobre el Estatut de Catalunya ha salido a la luz justo cuando se preparaba una manifestación en Barcelona contra la sentencia.


 Aquí hay dos problemas de orden institucional. Por un lado, el TC ha necesitado cuatro años para elaborar una sentencia. ¿Cómo es posible ese retardo? ¿Era una cuestión de orden jurídico lo que ha retrasado su emisión? La respuesta es negativa. Por muy difícil que sea un asunto de orden jurídico, no parece razonable pensar que han necesitado cuatro años para elaborar dicha sentencia. ¿Entonces por qué esa morosidad insufrible? En el mientras tanto, hemos visto recusaciones entre magistrados para decantar en una u otra dirección según conveniencia de los partidos. Los propios magistrados se han prestado a ese juego partidista de la peor especie, dejando en un mal papel su propia independencia. Es evidente que de este desaguisado quien sale muy mal parado es una institución del estado que tiene a muchos de sus magistrados en un estatuto de provisionalidad que los propios magistrados se han prestado a ese juego.

La credibilidad y legitimación de los magistrados por sus propios errores hacen de estos sospechosos, ¿qué decir de una Sentencia que enmienda la plana a los ciudadanos que votaron en referéndum dicho estatuto, que venía refrendado por el Parlament de Catalunya con el 85%  a favor y posteriormente refrendado por el Congreso y Senado? ¿No es un choque de legitimidades?

La sociedad catalana se manifestó el pasado sábado 10 de julio en Barcelona, las cifras que se dan son confusas, pero en todo caso, ha sido una de las manifestaciones más importantes que ha habido desde las manifestaciones contra la Guerra de Irak. La movilización tenía por objeto el rechazo a la Sentencia porque deslegitimaba a la ciudadanía de Catalunya. La manifestación habían diferentes sensibilidades, desde la independentistas hasta autonomistas pasando por federalistas. No asistí a la manifestación, pero entiendo el enfado. Muchos políticos han dicho que el engarce entre Cataluña y España que se expresaba en el Estatut está roto y es necesario partir hacia un nuevo rumbo. Algunos lo interpretan como una vía directa hacia la independencia. Eso fue lo que dijo ayer (14 de julio) en el debate de la nación el representante de ERC Joan Ridao.

¿Qué quiere Cataluña? La respuesta evidente era el nuevo Estatut. La Sentencia del TC ha dicho que aquello que quería la representación popular expresada en el Parlament de Catalunya no se ajusta a la Constitución. A pesar que había pasado el filtro del Consell Consultiu -¿tendrían que dimitir sus miembros?- y a pesar de ser aceptado por el 85% de la representación política en Catalunya. Así que el problema está encima del tejado del propio Estado. El TC ha dicho no a lo que quería el Parlament. ¿Se da cuenta el PP de lo que ha puesto en marcha? Desgraciadamente el PP se ha acostumbrado a utilizar el TC cuando pierde en el Parlament o en el Congreso o Senado. Está utilización partidista es una nueva modalidad de intentar ganar lo que pierde en sede parlamentaria.

En fin, no soy nacionalista, creo más en la ciudadanía que en los territorios. Si los ciudadanos han votado un Estatut que otorga determinadas competencias que el Estado central transfiere, ¿Por qué el TC declara esa voluntad de pacto entre el Estado central y Cataluña ataca a la Constitución? Naturalmente, ahora se hacen más declaraciones de las necesarias porque en Cataluña hay elecciones a la vista, y esto hace que haya una hiperactividad que la STC ayudará, piensan algunos, a buscar votos en caladeros ajenos y donde el sentimiento catalán se siente herido. El TC ha dicho que solo hay una nación. Esta obviedad tendrá como consecuencia que los partidos nacionalistas tengan como horizonte político la independencia. Y si así fuera, el TC habría ayudado con su torpeza a acelerar esa deriva.


Sería imperdonable no constatar un hecho histórico en el ámbito deportivo. La selección española ha conquistado el campeonato de fútbol en Sudáfrica. La exaltación patriótica no tiene nada de malo, al final y al cabo era una competición deportiva. El espectáculo futbolístico ha sido el bálsamo para esta situación de crisis que padecemos. Al menos en lo deportivo ya hemos entrado en la categoría de los favoritos. Se han hecho comparaciones de todo tipo. Se pudo ver la bandera de España y también la senyera. No deberían ser incompatibles. Tan respetable es llevar una u otra porque al final todos queremos lo mejor para los nuestros. Como ciudadano que soy me siento bien viendo ganar al Barça y al mismo tiempo, deseo y quiero que gane España. Si esto lo entiende cualquiera, ¿no podría ser igual en el orden político?


dilluns, 5 de juliol del 2010

El niño Jesús y Pomponio Flato


He leído con interés y humor la novela de Eduardo Mendoza "El asombroso viaje de Pomponio Flato"(*). Lo menos que se puede decir del libro es que es ameno y distrae. 


El escenario es Palestina. Pomponio es un "erudito"  que viaja por el imperio romano en la búsqueda de aguas milagrosas. El azar quiere que se encuentre en medio de un enredo en Nazaret. El caso es que un carpintero, José, está  condenado a la crucifixión por la muerte de un rico comerciante, Epulón. Y para supervisar la orden Pomponio se encontrará en el camino al tribuno Apio Pulcro.




El enredo empieza cuando un niño se le aparece en el "hospedaje" que ha sido asignado por el magnánimo Apio Pulcro. El niño es hijo de José y le pide a Pomponio que investigue el caso, pues, afirma que su padre no ha matado a nadie.

Los hechos y las situaciones se suceden a ritmo vertiginoso. Pinceladas detectivescas, situaciones inverosímiles, personajes que van apareciendo para complicar la madeja. Intriga, enredos, pasiones, azar, etc., se mezclan en esta obra para descubrir un mundo en un pequeño rincón del imperio romano. Las apariencias engañan, los potenciales culpables se multiplican. La obra bien pudiera considerarse un evangelio apócrifo, dónde José, María y Jesús son tan humanos que el sueño de trascendencia queda desterrado de todo horizonte.

En definitiva, una obra que se deja leer con amenidad y humor, un ejercicio que demuestra el talento enorme de un escritor como Eduardo Mendoza que siempre se espera de él mucho más.



Nota:

(*) Eduardo Mendoza "El asombroso viaje de Pomponio Flato". Ed. Círculo de Lectores.Barcelona, 2008

dijous, 24 de juny del 2010

Dolor y responsabilidad


La noche mágica de San Juan ha querido ser de funestas consecuencias. La trágica muerte de 13 personas y una decena de heridos algunos de extrema gravedad al cruzar por las vías de la estación de Castelldefels ha venido a demostrar el abismo  que hay entre las recomendaciones y la actitud de mucha gente que no hace caso a la prudencia y el sentido común.

La estación había sido remodelada hacia pocos meses. Se había mejorado el acceso a través de un túnel y unos ascensores para personas con movilidad reducida. Ayer por la noche muchos jóvenes esperaban pasar la noche de San Juan junto a la playa. Aglomeración de gente en el túnel y alguien debió pensar que para que esperar si se puede pasar “rápidamente” por las vías. La conducta humana es gregaria y si nos pasan los demás también. Este mecanismo es tan sencillo como humano. Sin embargo, en esas vías invadidas por gente que tenía mucha prisa para ir a la playa se encontraron con el tren que circulaba hacia Barcelona.





Inmediatamente después del accidente se activaron todos los mecanismos para intentar ayudar y paliar el desastre. Es bueno saber la eficacia de los servicios de emergencias. Pero la muerte deja tras de sí un reguero de reproches y de culpas reales o imaginarias.

Tiempo habrá para determinar las circunstancias del accidente, pero habrá que tener en cuenta un dato objetivo. No se pueden atravesar las vías cuando había una salida aunque está estuviera en ese momento llena de gente.

Ahora toca identificar a los muertos y recuperar a los heridos. Y después una travesía de duelo imposible de saber las derivas que conllevan éstas. ¿Cómo sobreponerse a la muerte de un hijo? ¿Cómo entrar en su habitación sabiendo que no ha de volver? ¿Cómo remediar que no le dijiste que le querías? ¿Cómo intentar reprocharse a si mismo por lo que no estaba en su mano?

No es hora de culpas. La fragilidad humana se expresa en estas situaciones que podrían haberse evitado, pero que la condición mortal de los seres humanos hace que surjan en situaciones que no debieron  haberse producido.

Dolor y responsabilidad es lo que queda y cada uno de nosotros como ciudadanos y las instituciones deben asumir con todas las consecuencias. Accidente es lo imprevisible dado el orden natural de las cosas, pero en el caso comentado, si no hubiera habido personas en las vías, no hubiera pasado nada. Por eso la responsabilidad de las personas en sus acciones es esencial para valorar su comportamiento. Pero ahora el dolor lo invade todo como es natural. Tiempo habrá para que reflexionemos como sociedad sobre comportamientos que tienen consecuencias irreversibles y sin embargo, evitables.

dilluns, 14 de juny del 2010

Cercas y el 23-F

Javier Cercas.- Anatomía de un instante.

Javier Cerca se aproxima a lo que Thimothy Garton Ash habla de la “historia del presente”. El propio Cercas nos dice que no es estrictamente un libro de historia, pues, no es un historiador profesional. Tampoco es una novela de ficción que tiene como escenario el 23-F.

La ocasión para analizar el 23-F es la imagen del aún Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez en el hemiciclo del Congreso solo junto a Gutiérrez Mellado y Carrillo en sus escaños. Esta imagen de desolación y abandono hace que Cercas se plantee diferentes preguntas que al mirar a ese pasado no tan lejano nos da la sensación que la memoria nos ha jugado una mala pasada.

Dice Cercas: “Es difícil acumular más falsedades en menos palabras, –hace referencia a la declaración institucional del Congreso- o eso pensé cuando leí ese párrafo: yo tenía la impresión de que ni el golpe carecía de respaldo social, ni la actitud de la ciudadanía fue ejemplar, ni el comportamiento de los partidos políticos y sindicatos fue responsable, ni, con escasísimas salvedades, los medios de comunicación y las instituciones democráticas hicieron nada por frustrar el golpe” (pág.15). Al leer ese párrafo caí en la cuenta que esa descripción tan poco halagadora no era la que creía que había sido. ¿Cercas nos describe con simplicidad lo que ocurrió? ¿Es verdad esa descripción de los hechos?

La narración de los hechos llama la atención especialmente la aventura disparatada de unos partidos políticos que jugaron con fuego. ¿Puede entenderse que el general Armada se reuniera en Lérida con Enrique Múgica –PSOE- para dar el visto bueno a un gobierno de concentración, saltándose la Constitución? (pág.62-63).  Resulta irónico que hoy Enrique Múgica sea el Defensor del Pueblo y haya interpuesto un recurso de inconstitucionalidad a lo votado en Cataluña por referéndum del pueblo de Cataluña. ¿He de suponer que Enrique Múgica y por extensión Felipe González desalentarán cualquier intento por acabar con el gobierno de Suárez?

La crónica de los hechos, los análisis que realiza y las elucubraciones que hace para rellenar los vacíos son todos verosímiles. La narración es de novela negra. La catástrofe siempre estuvo más cerca de los que nos hemos podido imaginar o nos han hecho suponer.

Uno de los elementos interesantes del relato es el papel del CESID y de Alberto Cortina, jefe de la AOME, que salió indemne del juicio a pesar que tres subordinados suyos adscritos a la AOME lo había señalado con integrante del intento del golpe.

La coartada de Armada y Milans era el Rey. En la noche del 23-F la Monarquía se jugaba su legitimidad, su ser o no ser. Y su apuesta fue la Constitución. Su mensaje era nítido. El orden Constitucional no puede ser dañado ni alterado por nadie. La intentona golpista estuvo cerca del éxito, pero afortunadamente no prospero. Las causas las enumera Cercas y sus elucubraciones son verosímiles.


El retrato de Suárez es soberbio. No porque sea la Verdad caída de los cielos, sino por la fuerza de convicción. Al final del texto aparece el secreto de Suárez y el porqué fue capaz de encandilar y hacer posible la transición: “Porque era como nosotros. Era de pueblo, había sido de Falange, había sido de Acción Católica, no iba a hacer nada malo, lo entiendes,¿no?”. (pág.428)






¿Qué hacías el 23-F de 1981? Recuerdo que iba desde Masnou a Sabadell. Iba por la Conrería en coche hacia casa, estaba escuchando la Cadena Ser por la radio del coche mientras se celebraba en el Congreso de los Diputados la investidura del nuevo presidente Leopoldo Calvo Sotelo. Y de golpe se oye: “¡Quieto todo el mundo!”. Lo impensable había ocurrido. Como dice Cercas, la parálisis general hizo mella en la ciudadanía. Tampoco fui una excepción, no tuve que esconderme ni nada parecido. Estuve pegado a la radio y al televisor hasta que apareció el Rey para anunciar que la Corona estaba en contra de cualquier aventura golpista. Me fui a la cama con el convencimiento que el golpe había fracasado, pero no sabía con exactitud lo que había pasado. Gracias a este libro me hago una idea de lo que pasó y pudo haber pasado. Y me dio cuenta asimismo de la pasividad con que todos nosotros actuamos. No salimos a las calles a protestar ante el golpe que había paralizado la vida social. Esa pasividad y su mala conciencia acompañará a toda nuestra generación.

Una obra imprescindible de la España actual. No es un libro de historia, pero es la historia contada por un escritor que sabe llevarte al escenario del 23-F de 1981 y te explica los entresijos que llevaron a la ejecución del intento de golpe de estado del 23-F.