Acabo de leer la novela de Bernardo Atxaga "Siete casas en Francia". Novela muy recomendable tanto por la forma como por el fondo. La literatura permite viajar al Congo de la época de Leopoldo II. No se trata de una denuncia, que también, sino simplemente la ocasión de contar una historia. El arte de narrar historias parece cosa fácil, pero el asunto no es tan sencillo.
La historia es sencilla. En un puesto de la Force Publiques del rey Leopoldo II a principios de 1903 , en el puesto militar de Yangambi, desembarca un nuevo militar Chrysostome Liège. Éste provocará una serie de sucesos que irá in crescendo a lo largo de la novela.
Los personajes de este drama son el capitán Lalande Biran, el teniente Van Thiegel, socio del capitán en actividades comerciales clandestinas, Richardson, Lopes, Donatien, Bamu, Livo, un obispo, un períodista, Lasalle y los ausentes: Leopoldo II, Armand Saint-Fox (Toisonet) , y Christine Saliat de Meilhan esposa del capitán. De forma indirecta aparecen los caucheros, los askaris y los rebeldes.
¿Qué sucede cuando en un entorno de monotonía aparece un nuevo personaje? Que la situación anterior cambia. Los acontecimientos se precipitan. Las rivalidades de cada uno de los personajes tejen una urdimbre que cobra vida. El desencadenante es el rifle Albini-Braendlin. Las envidias del teniente focalizarán todas sus frustraciones. En la mente del teniente aparece una palabra que le obsesionará, Chrysostome Liège, se convertirá en pédé (marica). Su manera de ser y hacer acaba obsesionando a Van Thiegel.
La estación militar tiene por objeto las plantaciones de caucho y el control de los nativos convertidos a la fuerza en caucheros. Todo lo que les rodea, personas y paisaje pertenece a Leopoldo II y de forma vicaria al capitán Lalande Biran, que tiene aspiraciones de poeta. A su vez quiere satisfacer a su codiciosa esposa comprándole casas. Y para ello desvía caoba y marfil para su particulares intereses.
Los jueves el capitán se desfoga sexualmente a costa de las vírgenes nativas que las busca su mayordomo Donatien. No se plantea lo que deben pensar las desafortunadas jóvenes. La empatía no está entre las prioridades del capitán Lalande. La suerte está echada cuando el teniente Van Thiegel destruye a la única persona que Chrysostome Liègi desea en Yangambi y por extensión en todo su universo. Hay duelo y venganzas. Muertes y traiciones.
El libro de Atxaga es un excelente ejemplo de literatura. La ficción no es más que un pálido ejercicio de la realidad. El tono entre irónico y preciso retrata a unos personajes que son los amos de un mundo dejado de la mano de Dios. El colonialismo belga como el de los restantes países civilizados deja una nota amarga. Excelente descripción de situaciones y personajes que hacen de esta novela recomendable para aquellos que quieran sumergirse entre la ficción y la realidad.